De sirenas y mujeres
Ulises, en su navegación de regreso a casa por el Mediterráneo, pidió a sus marinos que lo ataran sólidamente al mástil de su barco, de modo de poder saciar su curiosidad de escuchar el canto de las sirenas, melodioso, desgarrador, y colmado de bellas promesas, sin ceder a su encantamiento...
Igual actitud adoptó el mítico poeta Orfeo, quien protegiendo el viaje de los argonautas, entonó en su lira una melodía tan sublime que cubrió los cantos de las sirenas y salvó a los marinos de su mortal contemplación...
Grave error de Ulises y Orfeo.
Antes y después de aquéllos héroes mitológicos, la vida real nos ha regalado a los hombres el canto de las sirenas, melodioso, desgarrador, y colmado de bellas promesas.
La presencia de la mujer - sirena de la realidad – guía desde siempre y para siempre nuestra navegación, ya sea a gloriosos puertos de felicidad o a agudos arrecifes que perforarán no solo los cascos de nuestros barcos, sino también – irreparablemente - nuestros corazones.
Y sea uno u otro el caso, la navegación escuchando el canto de las sirenas hace que la vida tenga sentido y subraye con fuerza el error de Ulises y Orfeo, quienes refugiándose en la seguridad, se privaron de la bella aventura de vivir y morir por una sirena.
Vaya pues esta serie de imágenes como un homenaje a las mujeres, recordando al genial músico, poeta y filósofo Dolina, quien afirma “todo lo que el hombre hace, lo hace por el amor de una mujer”.
Por mi parte, yo seguiré escuchando el canto de las sirenas.
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